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Relatos de una soñadora

Lectura de atardecer

Parte 1


Ya eran más de las 8 de la tarde y la playa se iba vaciando de gente.

Más aún la punta junto a las rocas donde Alba solía colocarse.

Un último baño y ver la puesta de sol. Y después ya habría tiempo para cenar algo de camino al apartamento.

Un poquito más al fondo, un hombre leía tumbado en su toalla y por alguna extraña razón le llamó la atención y se quedó observándolo.

Cuarenta y tantos, sin depilar, canoso, un cuerpo nada llamativo pero fuerte. Un estridente bañador color naranja y tapándose el sol con la sombra del libro sobre su cara.

Alba se quitó los auriculares y volvió a escuchar el sonido del mar antes de levantarse para dirigirse a la orilla.

El agua tibia, las olas y la soledad del refrescante baño le hicieron relajarse, pero la curiosidad hacía que siguiera mirando de reojo al abstraído lector.

Así que nadó unos metros con la intención de salir del mar más cerca de él, que de su propia toalla. Desde allí volvió a observarlo y ahora su actitud le pareció algo extraña. Parecía nervioso y en el momento justo en que apoyaba el libro sobre sus piernas, Alba se percató de que la causa era una prominente y visible erección.

Salió del agua y se dispuso a pasar frente a él, viendo que el libro abierto aún reposaba sobre su entrepierna disimulando así el bulto que intentaba ocultar.

Se fijó en el título y ya tuvo una excusa para cruzar unas palabras.

- Almudena Grandes... ¿Es el último? ¿Qué tal es, aún lo he leído?

Preguntó como si realmente le interesase la respuesta.

Que una chica mojada se parase frente a él y además intentará entablar conversación, no ayudaba el absoluto a que la erección disminuyese y solo pudo confiar en que el libro la ocultase y que no se pensase que estaba así por haber estado mirándola durante su baño.

Notablemente nervioso comentó algo sobre el libro y Alba se puso de cuclillas frente a él.

- ¿Puedo cogerlo?

Le preguntó y antes de recibir respuesta, se apresuró a hacerse con el libro y mirar su contraportada haciendo como si no hubiese visto nada al cogerlo de entre sus piernas.

- Se ve que te está gustando, sí.

dijo con una sonrisa y un leve guiño.

Él, acalorado, no supo qué contestar y antes de darse cuenta, Alba ya había vuelto a colocar el libro en la misma posición y se incorporaba poniéndose en pie.

- ¿Quizás te gustaría ver la puesta de sol acompañado?

Asintió sorprendido y ella se sentó a su lado. Se apresuró a ofrecerle una pequeña toalla, suficiente para que se pudiera secar, aunque Alba simplemente la dejó sobre sus piernas.

El sol ya casi rozaba el horizonte y Alba volvió a coger el libro comenzando a leer por donde estaba abierto.

- ¿No parece muy excitante, no?

- No, sólo que me recordó a algo.

Se apresuró a responder avergonzado.

- Espero que algún día también recuerdes esta puesta de sol y por cierto, me llamo Alba.

- Héctor, yo soy Héctor.

Respondió él mientras acercaba la cara para dar el par de besos de cortesía.

- Veamos la puesta de sol, que siempre es un momento especial.

Comentó Alba cerrando en libro y dejándolo sobre la arena.

El sol ya estaba oculto casi hasta la mitad, la luz era tenue y el único sonido era el de las olas contra las rocas.

Ambos con la mirada fija en el horizonte, en silencio y justo entonces la mano de Alba se deslizó desde el pecho de Héctor, descendiendo lentamente para desabrochar el nudo del bañador.

Introdujo la mano, miró de soslayo a su acompañante y encontró justo lo esperaba. Aún dura y de un tamaño perfecto para poder masajearla.

Comenzó a acariciarla y aún creció un poco más, pero la firmeza de la erección dificultaba poder disfrutarla como ella quería, así que se incorporó, bajó el bañador hasta sacarlo por los tobillos, le abrió ligeramente los muslos para poder acceder perfectamente incluso a sus testículos y colocó la pequeña toalla sobre la zona, a salvo de miradas indiscretas.

Un beso fugaz en los labios ante la incredulidad de Héctor y se volvió a sentar a su lado.

De inmediato su mano comenzó a jugar debajo de la toalla.

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Relatos de una soñadora

Empecé a notar que se agachó detrás de mi, abrió mis nalgas y su boca empezó a besarme la espalda, bajando por mis nalgas, sus manos tocaban la parte interior de mis muslos , y con mis manos de una manera sincronizada empecé a tocarme los pechos…mi gesto automático fue ofrecerle mis nalgas , arqueando mi espalda, pero se notó que no quería las cosas inmediatas. Subió de nuevo y me acarició los pechos, agarrándolos firmemente, me hizo estremecer, coincidiendo en ese momento con un gemido agudo del audio, lo que incrementó mi excitación.
Llevó mis nalgas a su cuerpo y compruebo que efectivamente su sexo anda libre dentro del mono de trabajo, noto su verga dura, su grosor destaca y noto como se acomoda entre mis nalgas, la imagen de tenerlo en la boca se suma a mis perversiones mentales, disfruto con el sexo oral, disfruto notando como mi boca es la dueña del momento y trabaja para dar placer, quiero ser la número uno mamando, no quiero que me traten en ese momento con caballaderías, de puertas a dentro quiero ser soez y vulgar, quiero follar y que me follen.
No puedo evitarlo, en un rápido movimiento, me pongo de rodillas, mis pechos rozan su cuerpo, he de reconocer que mis tetas son fantásticas, una 95C que destaca por su copa perfecta y las sé usar y que me las usen me encanta, para eso están…para disfrutarlas…
Deslizo mis manos, las uñas de manicura francesa deslizan su cremallera, y su verga erecta salta de su ropa para darme en toda la cara. Mi intuición no me engaña, qué gorda la tiene, brilla su capullo y me lo llevo a la boca, una gota sale de él y no reprimo las ganas de lamerlo, se pega a la punta de mi lengua y lo saboreo, me gusta ese sabor tibio sin saber si es dulce o salado, pero lo saboreo.
Mi cabeza se mueve de arriba abajo, noto que abre los muslos lo que la experiencia me dice que quiere que introduzca mis manos entre y agarre sus huevos, los masajeo sin dejar de lamer y chupar con ganas, Qué rica y sé, que a él le gusta, sus movimientos de vaivén me lo confirman.
De la misma forma que yo me moví él se mueve para tumbarme en el suelo, se pone de rodillas y me besa la boca, le paso con gusto el sabor de mi saliva y su sexo, y ambos lanzamos gemidos de placer ..
Sus dedos se deslizan, los noto bajando, abro mis muslos porque quiero me me masturben, deseo la penetracion pero joder lo que disfruto de los juegos cómplices, su destreza se hace palpable y noto la yema de los dedos empezando a subir y bajar suavemente por mi sexo, enseguida los empapo ya que llevo chorreando desde el momento baño y gel, no necesito su saliva para lubricar mi sexo pero el gesto obsceno me pone como una perra. Me hace gemir, noto sus dedos buscando mi clitoris, qué bien lo hace, me lo roza sin llegar a tocarlo directamente y me estremezco , deseo notar ya en mi interior sus caricias y como si me leyese su otra mano se une al juego y noto como dos de sus dedos se abren camino dentro de mi , su coordinación es máxima , mientras sus dedos se deslizan poco a poco su otra mano no deja de rozarme los labios, que rápidamente son sustituídos por el aliento de su boca, noto su lengua, se abre camino entre los labios mayores y menores de mi coño, y llega a mi clítoris para jugar y bailar con él.
Mi espalda se arquea y me hace estremecer , si sigue así el cabrón hará que me corra antes de que me folle y estoy completamente fuera de control
Se incorpora, se pone entre mis muslos, ya desnudo sus muslos y los míos se entrelazan, y con sigilo y firmeza se posa en la entrada de mi sexo. Noto su glande meterse, empiezo a saborear el momento, el comienzo de mi follada, en breve me veré a 4 patas o cabalgando encima de él, que aunque ya deseo que llegue no dejo de saborear cada segundo que pasa.
Su miembro se hunde en mi, sale y vuelve a hundirse, su boca lame mis pezones, y empieza el vaivén de sus caderas,dios, está llegando muy profundo y me me parte el cuerpo en dos con el ancho de su verga.

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Relatos de una soñadora

ERES ARTE
Como directora de una galería de arte hay ocasiones donde las exposiciones que realizo me las tomo como algo personal. En esta ocasión, el tema en el que actualmente me encontraba sumergida no solo despertaba en mi un placer laboral sino que por momentos disfrutaba en lo personal. “Placeres sin palabras”, trataba de ser una exposición sobre la sexualidad con los ojos cerrados.
Me llamo Carmen y soy supervisora de una Galería de arte y a un día de la apertura al público me encontraba en mi despacho, ultimando los detalles que a última hora siempre se supervisan, con las luces apagadas y solo el reflejo de aquella que mi monitor del portátil reflejaba, era la única iluminación de mi despacho a altas horas de la madrugada. Con todos los empleados ya en su casa los sonidos de mi teclado, y algún que otro ruido de coche pasando por la calle, nadie era capaz de sacarme de mi estado de concentración en el que me encontraba. Mi gente me califica de workoholic!, yo simplemente pienso que no quiero que ningún detalle se me escape. Ésta vez todo era mucho más ameno, a quien no le gusta el sexo, y el que más o el que menos tenemos nuestro mundo interior secreto.
Con todo terminado, me puse una copa de vino, del que tengo “escondido” en mi despacho para ocasiones como esta. Decidí que ese era un momento perfecto para descansar, saborear un tinto Ribera del Duero y recrearme dando una vuelta por la exposición ahora que la sala estaba cerrada al público. Pasé por cada una de las salas, observé y leí cada una de las descripciones audiovisuales que ahí se exponían, y por momentos me cuestioné si mi sexualidad era lo que comúnmente se califica de “normal”.
Me fui adentrando en las oscuras salas, y con sobresalto me encontré a un empleado ultimando los detalles de lo que era la performance de uno de los artistas anónimos que de vez en cuando invitamos a la sala. Todo el trato era por mail, ni siquiera por teléfono, esas eran las condiciones de “Enxebre”, un artista que había destacado en los últimos años por sus performance en lugares sorpresa.
Ahí estaba su empleado, leyendo lo que parecía un plano de instrucciones para componer la obra.
Ambos nos dimos las buenas noches, y ambos parecemos sorprendidos de vernos allí. Sin soltar lo que parecía un par de altavoces, el empleado sin apenas mirarme,empieza a justificar su presencia:
 - EL señor Enxebre me dijo que debía venir a esta hora, encontré una llave, espero no haberla asustado.
 - Tranquilo, disculpa, no te preocupes, conozco las condiciones, soy Carmen la subdirectora .Encantada.

Sin devolverme el saludo, este sigue organizando los altavoces y cables, todo parece una obra por inmersión del observador.
Dejé al operador con su trabajo y seguí con el recorrido lógico de la exposición, mi intención con ella era llevar al espectador a una subida gradual de su deseo, de hecho mi intención oscura con esta, era que al finalizarla, los espectadores usaran su teléfono para localizar a quien en ese momento tuvieran a mano para calmar su deseo de sexo, en el final del recorrido, la guinda era que los espectadores que fuesen la baño se encontrarían un set de geles con efecto calor y frio que podrían usar para que la experiencia fuese más inmersiva aun.
Fui a comprobar que estaba todo colocado, y no pude evitar, no sé si por la copa de vino o por mis hormonas alteradas de una abstinencia sexual no voluntaria, de hacer uso de uno de los geles, me subí la falda, sin dejar de mirarme en el espejo, abrí una de las bolsas monodosis, y olí su contenido, deslicé mi mano entre mis muslos y llegué a mi sexo donde inmediatamente noté el frescor del gel. La primera sensación me sacó una sonrisa que en breve se tornó un gesto serio, porque sin saber porqué mi mano pareció tomar voluntad propia y empezó a acariciarme, hundí mis dedos entre los labios de mi sexo y observé con cálida sorpresa que mi clítoris estaba duro y excitado, lo rocé de arriba abajo, y en el silencio del escusado se deslizó un leve gemido que aun me excitó más.

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Relatos de una soñadora

Descubriendo
Al volver a casa la encontró dormida en su cama, semidesnuda, exuberante y frágil, así como la sentía.
La observó en silencio mientras se quitaba la ropa pensando... "mírala, es sólo una mujer hermosa" y sin embargo en menos de un mes me está haciendo sentir cosas que no había sabido desarrollar hasta ahora.
No, no es sólo una mujer.
Es mi mujer.
Y ese pensamiento, esa certeza le hacia sacudir la sangre y un leve cosquilleo de orgullo. Sabía que ella le pertenecía y empezaba a abrirse a él como ella hacía tiempo no sentía. Esa sensación le provocaba vértigo, sentirse tan potente y amado. Tan responsable.
Se sentó al lado de ella, despacio, tratando de no despertarla aunque no deseaba otra cosa que poseerla ahora mismo. Pero ella descansaba tan plácida, expuesta. Observó los cachetes de su culito asomando bajo los encajes de la braga negra que usaba . Sus pechos desparramados sobre la sábana, exuberantes, suyos. Y pensó en todas las cosas que habían hecho juntos con esas tetas y lo mucho que quedaba por explorarla.
Ella era un mapa por descubrir y él Su Conquistador.
Su dueño cabrón como le gustaba llamarle a ella. Su Amo como le gustaba a él. Pero aquella noche ella dijo algo que no olvidaría en la vida. Mi Sir Led.
Deslizó los dedos por encima de la piel de sus nalgas tentado de despertarla y poseerla, rozando apenas con la yema de los dedos la piel de ella, acompañando la caricia a la respiración profunda de la hembra que dormía satisfecha sabiéndose segura y amada y volvió a sentir esa punzada de responsabilidad. Era una sensación nueva y sinceramente, muy placentera. Ella le pertenecía, y con ella todas sus emociones, deseos, lujurias y delirios pasaban a ser parte de él. Sonrió satisfecho y le besó la cadera antes de tumbarse a su lado y colocar una mano en el coño de ella apretándola contra su cuerpo, de manera tan suave que ella ni despertó, solo profirió un leve gemido mientras le recibía y se apretaba pegando su culo a su Dueño. El la observaba extasiado y apretando la garra la atrajo un poco más.
Deleitándose oyéndola respirar, sintiendo su compás de mar en calma.
Se quedaba dormido así, justo antes de desvanecerse se acercó al oído de su amada sumisa y le susurró
"Te quiero mi Puta"


Texto... Led FM
Imagen.... internet

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Relatos de una soñadora

La noche de los secretos

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Relatos de una soñadora

Cada momento juntos era un universo en sí mismo, lleno de susurros y caricias que tejían una red de sensaciones y emociones profundas.

Permanecieron así, entrelazados, disfrutando de la quietud y la cercanía, saboreando el eco de sus sensaciones en el aire cargado de su habitación.


Gabriel se apartó ligeramente; sus ojos buscando los de Noe en la penumbra. La intensidad de su mirada era abrumadora, como si quisiera absorber cada detalle, cada sombra de su rostro. Con un gesto suave, deslizó su mano por su mejilla, delineando la curva de su mandíbula hasta llegar a su cuello. Noe cerró los ojos, dejando que el placer de ese simple toque se extendiera por todo su ser.

—Quiero que esta noche no termine nunca —susurró ella; sus palabras apenas un murmullo en la quietud de la habitación.

Gabriel sonrió, emanando un destello de ternura y deseo en sus ojos. Se inclinó hacia ella, sus labios encontrando los suyos en un beso profundo, cargado de promesas. Sus manos continuaron explorando, redescubriendo cada rincón de su cuerpo, como si fueran cartógrafos de un territorio inexplorado.

Pero, justo cuando la pasión alcanzaba su cenit, un sonido inesperado interrumpió su trance. Un leve golpeteo en la puerta, seguido por un silencio expectante. Noe y Gabriel se separaron ligeramente, sus respiraciones aún entrecortadas, y se miraron con sorpresa y curiosidad.

—¿Quién será a estas horas? —preguntó Noe con voz teñida de intriga.

Gabriel se levantó con suavidad, envolviendo su cuerpo en una bata de seda. Caminó hacia la puerta, lanzando una última mirada a Noe, que lo observaba con una mezcla de anticipación y deseo. Abrió la puerta con cautela, revelando la figura de una mujer desconocida, envuelta en sombras.

La mujer, de ojos profundos y misteriosos, sonrió con un aire de enigma y dejó caer una carta en la mano de Gabriel. Sin decir una palabra, se giró y desapareció en la oscuridad del pasillo. Gabriel cerró la puerta, observando el sobre sellado con un sigilo antiguo, el sello de cera roja brillando a la luz tenue.

Regresó junto a Noe, pensativo. Ella lo miró; su curiosidad reflejada en sus ojos brillantes.

—¿Qué dice? —susurró.

Gabriel rompió el sello y desplegó la carta. Sus ojos se movieron rápidamente por las líneas escritas, y su expresión se tornó seria.

—Es una invitación —dijo finalmente, con voz cargada de misterio—. A un lugar que promete revelar secretos y deseos más profundos de lo que jamás imaginamos.

Noe sintió un escalofrío recorrer su columna, una mezcla de excitación y temor. Extendió la mano y tomó la carta, leyendo las palabras que parecían pulsar con vida propia. Miró a Gabriel; sus ojos reflejaban la chispa de la aventura.

—Entonces, ¿vamos? —preguntó, su voz firme pero temblorosa.

Gabriel asintió, una sonrisa lenta curvando sus labios.

—Vamos —dijo, tomando su mano con determinación.

La habitación quedó en silencio, cargada con la promesa de lo desconocido. Y así, unidos por un deseo insaciable y una curiosidad incandescente, Noe y Gabriel se adentraron en una nueva aventura, una travesía que prometía ser aún más intensa y reveladora que la noche que acababan de compartir.

El fin de una noche solo marcaba el comienzo de un misterio aún más profundo, un viaje hacia los rincones más oscuros y apasionados de sus almas. Y mientras se preparaban para lo que vendría, sabían que esta era solo la primera página de una historia que anhelaban seguir escribiendo juntos.

Al amanecer, envuelta en sus brazos, Noe comprendió que había cruzado un umbral del que no había retorno. Estaba perdida y encontrada a la vez, prisionera y libre en el abrazo de su amante. La pasión que los unía era un fuego que nunca se apagaría, una llama eterna que ardía con la intensidad del primer encuentro.

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Relatos de una soñadora

VUELO SATISFACTORIO

Aeropuerto de Barajas.
Ana se dispone a coger su vuelo a Chicago, por delante tiene 10 horas de vuelo, va sola y viste cómoda, vaqueros, blusa blanca y zapatillas.
En la cola está Nacho, quien también va solo y viste con vaqueros, polo y zapatos. Ambos viajan en primera clase y la casualidad hace que viajen el uno al lado del otro.
En la cola de embarque ya se habían fijado el uno en el otro pero dentro del avión Ana comienza la conversación, lo típico de ¿vuelas por placer o negocios? Ambos por negocios, aunque ella le deja caer que es por placer.
Con el avión surcando los cielos deciden pedir una botella de champán mientras continúan la conversación,jiji jaja, tonteo por aquí, tonteo por allá, tras 2 horas de vuelo ella se levanta le susurra al oído que viaja por placer y quiere recibir placer, camina hacia el baño mientras lo mira con sonrisa pícara, él espera unos segundos y va al baño, cuando llega a la puerta ella lo recibe con la blusa desabrochada, lo mete en el baño y comienza a besarlo mientras él le quita la blusa y le desabrocha los vaqueros, le agarra el culo y la coge en peso mientras le besa el cuello, la deja en el suelo y ella le baja los vaqueros, le empuja hacia el váter y cuando está sentado se sienta encima de él, se aparta el tanga y comienza a cabalgarlo mientras lo besa a la vez que él mete sus manos bajo el sujetador y toca sus pechos, acaricia sus pezones y los pellizca con suavidad, eso hace que ella aumente el ritmo y le susurre que quiere su leche dentro, él le agarra el culo y aumenta un poco más el ritmo segundos después ambos se corren a la vez...y quedan extasiados. Ana se levanta de sus piernas y le chorrea la leche de Nacho, pasa un dedito por el coño, lo moja en leche calentita y se lo lleva a la boca mientras lo mira fijamente a los ojos.
Ambos se visten y vuelven a sus asientos, quedan 6 horas y media de vuelo y esto no ha hecho más que empezar.

Texto ... EagleV
Imagen... Internet

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Relatos de una soñadora

-Pídemelo

-Fóllame joder

Acto seguido la bajé tirando del hueso de su delgada cadera y le clavé mi miembro hasta que sus glúteos chocaron con mis huevos...

Recuerdo su cara de placer. Su pelo negro ondulado sobre su piel morena, sus labios vaginales rodeando mi polla.
Sus gemidos y frases obscenas.
Sus enormes tetas rebotando tras mis embestidas.
Estuvimos así un rato. Luego la cogí de la cintura y la puse de lado. Creo que se corrió de nuevo... después salí de ella y después de besarla decidimos hacerlo a 4

Tirando de su pelo mientras le penetraba profundamente....
Hicimos un montón de posturas... y follamos durante horas... amanecía y creo que era ya su quinto orgasmo cuando me lo pidió
- quiero tu leche
Me senté en la cama y ella se arrodilló. Me lo hizo un poco con las tetas... me lamió los huevos... y me pajeó y chupó, deslizando su lengua por mi vena, metiendo la cabeza en la boca, golpeando por dentro con la lengua... hasta que le avise... nena... me corro... entonces
Se apartó. Siguió pajeándome mientras me miraba y sacando la lengua me pedía -duchame en leche hijo de puta

La obsequié con cinco potentes chorros de semen que salpicaron su pelo, cara y por supuesto boca.  Me corrí como un caballo... llenando su rostro y goteando sus tetas... después de los cinco chorros ella seguía masturbándome y yo seguía soltando leche sin parar, chorreando sobre su lengua expectante ya blanca y sus tetas que ya parecían un Picasso.

Nos quedamos así un momento mientras ella recogía el semen de sus tetas y lo relamia

- mientras se levantaba sin soltar mi polla me dijo. "La próxima vez quiero que me folles el culo"

Texto ......Led
Imagen... internet

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Relatos de una soñadora

Ese momento me encanta, sus agujeros se dilatan, y están en la cresta del placer

Fué entonces cuando me incorporé y ella levantó su torso para quedar sentada en la cama ante mí. Me desabrochó el cinturón y bajó la cremallera, bajando mis pantalones de manera impetuosa y con ansia.
Por supuesto yo ya estaba empalmado y mi polla salió disparada cuando bajó el calzoncillo... me miró un instante y cogiéndola con la mano le dió un leve chupetón en la punta, casi un beso.
Luego empezó a jugar con su lengua a lo largo del tronco. Lamiendo mi gruesa vena central, la cabeza.... deslizando... adoraba cada vez que escupia en ella... mojándola. Hasta que se la metió en la boca y comenzó a bajar, sintiendo sus labios rodeando mi tronco

Instintivamente mis manos fueron a su cabeza, a recogerle el pelo en una coleta para poder asirla y a acariciar sus mejillas que por momentos se abultaban con mi polla... ella sonreía con su mirada sabiendo que me estaba haciendo una mamada de cine.
La sacaba de golpe, reía mirándome y escupia en mi falo antes de volver a meterla en su boca hasta la garganta, haciendo ese característico ruido de gag... ufff

Por supuesto le cogí de la cabeza y le moví follándo su boca mientras sus babas resbalaban desde su boca cayendo en sus preciosas enormes tetas que se balanceaban a cada embestida

Sujetando mi polla con la mano y tomando aire me miró sonriendo...
-joder nene, que suerte he tenido... quiero esta polla dentro de mí.
- yo también me siento adortunado Sandra, siempre quise follarte
Ella se rió y en una maniobra conjunta acabé tumbado boca arriba y ella se acercaba a gatas riendo

Se puso a horcajadas sobre mí, abriendo sus piernas.. su coño rezumaba jugo. La cogí del brazo para que se tumbara sobre mí y poder besarla. Y nos besamos con pasión y sin parar mientras ella, levantando las caderas, cogía mi polla y tras un par de sacudidas se la frotaba contra el clítoris. Se incorporó y mirándome a los ojos me dijo.
-quiero que me la claves hasta la cérvix
Yo la cogí del culo. Le dí una palmada, como no, y la levanté en peso mientras mi glande frotaba sus labios

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Relatos de una soñadora

Cosas que pasan
Yo no me lo esperaba.

Fué en Santiago. Estaba en un bar.
El clásico pequeño,  de madera, elegante, con luces tenues y mesas al fondo. 
Un viernes por la noche, yo volvía de alguna fiesta, y una vida dura que mantener.... y allí  estaba ella...
Alta, morena, pelo largo ondulado... grandes pechos, y estilo digamos pantalón vaquero y camisa ancha.
Boca amplia y sensual, ojos grandes, oscuros, uñas largas pintadas de morado y modales bastante de a pie de calle.
La ví y nos sonreímos, inevitablemente me acerqué y me senté a su lado. Estaba en la barra, de modo que después de darla dos besos (quien me iba a decir a mí lo que llegaría a besarle) pues charlamos un poco de nada mientras pedía unas cervezas a la guapa camarera.
Ella tenía unos 33 y yo unos 27
Siempre me había gustado... pero... había estado hasta hace poco con un músico conocido mío... coño vetado.    De modo que fuí agradable, reímos, bebimos y hablamos de toooodo... menos de lo que había que hablar...
A veces lo importante se hace esperar....

Pasamos un buen rato y risas... yo no podía dejar de mirar esos pechos que aún a través de la camisa eran espléndidos.

Llegó el momento de que casi cerraba el bar y ella se despidió... nos dimos dos besos y la ví moviendo el culo... por supuesto pensé ... "tío, eres tonto" pero todos pensamos que nos vamos a follar a cualquier chica que se acerca.
De modo que me reí para mís adentros sarcásticamente y pedí un licor-café a la vez que saldaba la deuda en la barra de el bar.

Fué entonces cuando de pronto vi la puerta abrirse y ahí aparecía ella de nuevo.
Pantalones negros ceñidos, camisa... no recuerdo, para que mentirte, pero estaba espectacular, radiante... VIVA... Se acercó a mí y sin susurros al oído como en las pelis ni nada parecido... directamente
"Tú te vienes conmigo"
Cogiendo mi mano me dejé llevar

Por supuesto en la primera esquina la cogí del cuello y la besé

Y a partir de ahí fué una vorágine sexual

Vivía cerca ella así que subimos a su casa casi desnudándonos por las escaleras al primer piso.

Al llegar al apartamento su blusa estaba abierta, y nada más cerrar la puerta me quitó la chaqueta y el jersey mientras yo con mis manos apretaba sus enormes tetas y trataba de liberarlas por encima del sostén

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Relatos de una soñadora

UNA VISITA INESPERADA
Hoy he tenido un sueño... en realidad estaba despierto, pero soñaba con los ojos abiertos.
Era un día en el que llegaba a casa como tantos otros, abría la puerta y estabas en la cocina, me mirabas…de tus labios salía una gran sonrisa y tus ojos brillaban con una luz deslumbrante, como solo pueden hacerlo las personas que son verdaderamente felices.
Te acercabas a mi….
Yo estaba realmente sorprendido, te había dado la llaves de mi casa como símbolo de mi corazón. 
En mis labios aparecía una sonrisa y así nos fundíamos en un duradero abrazo, seguidamente nuestros labios se encontraban  y mi mano empezaba a deslizarse por debajo de tu bata hasta situarse en tu trasero... dejaste de besarme, me miraste y me dijiste;

-Estás realmente contento(con una mirada llena de pasión) pero será mejor que siga con la comida para que no se queme.

me diste un beso más y te separaste despacio de mí como si realmente no quisieras hacerlo.
Desabroché los botones de mí pantalón para aliviar la presión a la que estaba sometido mi miembro viril, tú me miraste soltando un suspiro y seguiste manejando el cuchillo con gran habilidad.
Me resultaba difícil apartar los ojos de ti, mi deseo crecía con cada uno de tus movimientos.
Decidí irme a la ducha, como hago todos los días al llegar a casa, no  resistía más esta contención…me he quitado los pantalones y me he dirigido hacia las escaleras.
Al volver aún estabas en la cocina, me he acercado a ti para darte un beso y te he cogido de la mano haciendo que me acompañases al salón. Una vez allí nos hemos besado haciendo que nuestras lenguas se enredaran entre sí logrando que finalmente se moviesen coordinadamente.
Mientras una de mis manos se deslizaba por tu pecho introduciéndose por la abertura de tu bata, tú cesaste de besarme como señal de placer y mis labios se han dirigido a tu cuello lamiéndolo suavemente apretando mi pelvis contra la tuya, te has dado la vuelta dándome la espalda y dejando caer tu bata al suelo dejando tus espléndidos pechos a mi merced pegando tu cuerpo de espaldas al mío.
Yo he vuelto a besar tu cuello agarrando tus pechos con mis dos manos, esta vez con más fuerza, haciendo que tus pezones quedasen entre mis dedos y presionándolos entre ellos.
Tu inclinabas tú cuerpo hacia delante apoyando tus manos sobre una silla intentando sentir el roce de mi pene cerca de tu vagina... al cabo de unos pocos minutos ponía mis manos en tu cintura y aprovechando para quitarte las bragas lamiendo al agacharme tu vagina y notando tu humedad en mis dedos.

-Ahora ya me tienes enloquecido y necesito penetrarte, necesito sentir como tu coño agarra mi polla, necesito más (te he susurrado)

Te he pedido que te incorporases y nos hemos vuelto a besar, pero tú has decidido tomar la iniciativa y mientras lo hacíamos acariciabas mi polla haciéndome sentir un gran placer, acto seguido me has pedido que me sentase en la silla, tú te has puesto encima de mí con las piernas abiertas metiendo mi polla dentro de ti y empezando a cabalgarme subiendo y bajando tu cuerpo repetidas veces, cada vez más rápido, cada vez con más fuerza, pero esta vez sin dejar de mirarnos a lo ojos,  gimiendo los dos al mismo compás, como si de una melodía se tratara, como si estuviéramos destinados a llegar al éxtasis los dos al mismo tiempo. Yo agarraba tu pecho que se movía libremente y apretaba suavemente tu pezón tirando de el con suavidad, eso hacía que tu movimiento fuera más lento, hecho que he aprovechado para ser yo quien moviese la pelvis obligándote así a no bajar el ritmo hasta llegar al orgasmo.
Al final has soltado un gemido largo y más profundo, señal de  que has llegado al orgasmo, de repente me has sonreído y me has dicho;
-Creo que el postre se ha quemado.

Texto....Jordi
Imagen... Internet

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Relatos de una soñadora

UNA PAUSA
Me sobrecogía sentirla así cada día. Recorriendo con su lengua cada milímetro de mi piel. Humedeciendo mi placer hasta el límite de mi control. Acariciando mi sexo dentro de ella. Encapsulando mi deseo en cada nueva embestida. Arrastrándome a ese orgasmo reparador… que derramaba mi leche sobre su fotografía… Algún día, al salir del baño y pasar por delante de su despacho, me presentaré y la invitaré a un café.

Texto....Barry Egan 😊
Foto..... Internet

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Relatos de una soñadora

EGUZKILORE

12. Un sabor agridulce.


Sus bocas ansiosas besaban, jugaban, mordían y follaban.

Daban y recibían placer mientras las manos recorrían sin destino fijo sus cuerpos desnudos.

El tiempo se les escapaba en cada jadeo, pero no estaban dispuestos a dejar de disfrutar cada milésima de segundo compartida.

Héctor con la cara empapada aceleraba el ritmo centrándose en rozar con cada lametón el clítoris de Marta con intención de lograr que se corriese en su boca.

Ella jugaba con su lengua sobre el glande mojado y cada dos o tres pasadas engullía entero el duro miembro rozándolo contra su paladar y fue en una de ellas cuando sintió la salpicadura llenar su boca y a Héctor perdiendo el control de su lengua en el juego sobre su coño chorreante.

Recuperado, su lengua se centró únicamente en el clítoris y un dedo como aparecido de la nada penetró suavemente por su culo haciendo que las piernas de Marta aprisionasen con fuerza su cabeza justo antes del ansiado final.

Continuaron abrazados, sin decir palabra y mirándose fijamente hasta que a las 7:12 sonó su despertador y besándola en los labios se levantó de la cama.

Mientras se iba vistiendo le pidió que se quedase allí y descansase, que odiaba las despedidas y mejor hacerla allí que un impersonal andén de estación.

Marta conteniendo una incipiente lágrima que deseaba escapársele logró, sin embargo, regalarle una sonrisa y un "gracias", mientras Héctor, ya en la puerta dejaba sus maletas para lanzarse sobre la cama dándole un último beso fugaz.

Se fue dejándole un sabor agridulce difícil de definir y aún más difícil de digerir, así que se abrazó a la almohada sobre la que él había dormido quedándose medio adormilada con el recuerdo de sensaciones que por desgracia, hacía ya demasiado tiempo que no sentía.

El sonido de una notificación en su móvil le sacó de su ensoñación, eran ya las 10:41 y Héctor que acababa de llegar a Huelva le enviaba un simple gif en blanco y negro de un beso en la mejilla y un “ya he llegado”.

Se hizo un selfie, tal cual estaba, abrazada a la almohada y se lo envió sin decir más.

Su sonrisa decía suficiente, lo decía todo y un “qué envidia me da, que está tan cerca de ti” llegó casi al instante mientras sin ni siquiera ser consciente, se sorprendió a sí misma frotando levemente su cuerpo contra la almohada aún impregnada de tan característico olor.

Apoyó el móvil contra la lámpara de la mesilla y lo dejó grabando, mientras recordando la noche anterior, a Héctor y también a Albert, continuaba frotándose, ahora intencionadamente, contra el inerte almohadón.

Apenas tardó en empezar a acariciarse y poco después en llevar su mano en busca de su sexo sin apartar la mirada de la pantalla del móvil.

Fue breve, acabó cerrando los ojos, sintió y se dejó llevar.

Placentero, gratificante, íntimo y disfrutado.

Tras acabar volvió a mirar fijamente a la cámara, lanzando un sonoro beso y paró la grabación.

Se levantó para vestirse y al girarse, el espejo del armario le devolvió la imagen de una mujer que ya apenas recordaba, empoderada y dueña de sí misma, hermosa y sonriente, desnuda y con un tenue rayo de sol iluminando su nuevo colgante.

Le gustó lo que veía, se sintió orgullosa, buscó su móvil, se fotografió y le envió la imagen a Héctor.



Autor: Iskra
Imágenes : Internet

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EGUZKILORE

10. El cocinero.


Héctor miraba y disfrutaba en silencio hasta que Marta, saliendo de su escondite, visiblemente desinhibida, cómoda y confiada, con voz melosa pero firme, les pidió satisfacer una de sus fantasías aún pendiente.

Deseaba y exigía disfrutar de una doble penetración.

No hubo opción ni para la sorpresa y ambos deseaban ante todo, complacerla.

Se acercó a su bolso, extrajo dos preservativos y entregó uno a cada uno de sus atentos compañeros.

Héctor, reservando el suyo para un poco más adelante, arrebató de las manos del cocinero el sobrecito, lo abrió meticulosamente y se lo colocó a Albert en su majestuosa polla.

La enorme erección facilitó el trabajo, pero no obstante Héctor, agachandose frente a él, se introdujo el gran miembro en su boca, reajustando el preservativo, mientras jugaba con su lengua.

Indicó al cocinero que se tumbase sobre la mesa mientras Marta se subía su vestido por encima de la cintura.

Héctor posicionandose detrás suyo y cogiéndola de la cintura la alzó, colocándola sobre el sexo erecto de Albert, prácticamente clavándola en el mismo y de inmediato sus manos comenzaron a masajear el cautivador culo de Marta que en breve, gustosamente penetraría.

Comenzó a cabalgarlo sobre la mesa con las manos hundidas sobre el pecho del invitado, mientras sentía las manos y la polla creciente de Héctor jugar sobre sus posaderas, lubricando con sus propios flujos el agujero que estaba a punto de follar.

Ambos gemían ya casi acompasados cuando éste la metió de golpe golpeando con sus testículos a los de Albert y provocando con ello un escalofrío compartido.

Los jadeos y gemidos resonaban en la minúscula cocina y ninguno de los tres tuvo ningún reparo en expresarse con total libertad, aunque les fuese prácticamente imposible entenderse.

Perfectamente sincronizados como un reloj, una polla entraba en Marta mientras la otra iba saliendo de ella, el ritmo iba subiendo y con él, la profundidad de la penetraciones, todo ello con el consiguiente alboroto de gemidos y jadeos, hasta que tras un terrible espasmo, seguido de una sonora palabrota, Albert eyaculó tan fuerte dentro del chorreante y ardiente coño de Marta, que ni siquiera el látex impidió que lo sintiese como si la hubiera inundado.

Héctor acercando su mano impidió que sacase su polla de allí y él siguió penetrándola analmente hasta que, al poner sus manos sobre los pechos de Marta, ésta inundó ambas pollas con una corrida cálida y abundante que fue el detonante para que Héctor hiciera lo propio, y sintiéndose empalada por las dos pollas calientes, palpitantes y duras aún, se dejó caer sobre el cocinero besándolo en los labios.

Tardaron pocos segundos en incorporarse y Albert notablemente nervioso comenzó de inmediato a recoger sus enseres y meterlos en la bolsa con la intención de desaparecer de allí ipsofacto.

Le observaban entre incrédulos y divertidos hasta que una vez en la puerta, les dio las gracias y prácticamente salió corriendo.

Ambos rompieron a reír y volvieron a la terraza a refrescarse con una nueva copa de cava mientras respiraban aire fresco.

Fue cuando empezaron a comentar lo que acababa de suceder cuando Héctor con una sonrisa pícara, confesó.

"Lo tengo grabado, ¿quieres verlo?"

Y cogiéndola de la mano fueron al salón donde semioculta sobre una estantería y enfocando a la puerta de la cocina, una cámara de fotos enfocaba hacia la mesa.

"Al verte pedirle disculpas de esa manera, no pude resistirme", alegó y volvió a repetir su pregunta, "¿quieres verlo?"

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EGUZKILORE

8. La cena.


Ese "fóllame" parecía como si hubiera dado con algún tipo de clave secreta para desatar algo oculto hasta ahora y Héctor se transformó del hombre suave y delicado que acababa de darle el masaje en una especie de empotrador casi violento que no tendría miramientos con ella.

La cogió por las caderas y la giró bruscamente poniéndola de cara a la pared, subió sus manos para coger sus pechos con una presión que rozaba lo doloroso y a la vez colando su polla indescriptiblemente dura entre sus piernas.

Terriblemente excitada al adoptar el papel de sumisión, se entregó a las manos y al cuerpo de su amante y simplemente decidió disfrutarlo.

Las manos de Héctor bajaron apretando sus caderas y volvió a girarla hacia él besándola en el preciso instante en que la penetraba con fuerza.

La metió y sacó cuatro o cinco veces con un ímpetu inesperado y cogiéndola de los muslos la levantó sentándola en sus antebrazos.

Inmediatamente penetrada de nuevo se dejó balancear al ritmo de los brazos y las embestidas de Héctor en una sucesión de subidas y bajadas justo bajo el chorro de agua caliente, que facilitaban una penetración limpia, intensa y profunda imposible de no ser disfrutada.

Pasaron así varios minutos hasta que sintió como los brazos de Héctor flaqueaban, perdió el ritmo, lanzó desde lo más profundo de su ser casi un aullido y en ese momento, llenó su interior de una cantidad inesperada de semen tibio que súbitamente arrancó el segundo orgasmo de Marta.

La ducha se alargó y enjabonaron mutuamente sus cuerpos, disfrutaron del agua sobre ellos, de tocarse, de sentirse, de besarse, de tenerse… hasta que Héctor interrumpió informándole de que la cena estaba a punto de llegar.

Salió de la ducha, le ofreció una toalla y le explicó que había contratado a alguien para que les preparase la cena.

Fue en busca de la ropa esparcida por el salón y le acercó la suya a Marta.

Ésta sumergiéndose en el vestido le devolvió con un guiño la ropa interior y sin mediar palabra se dirigió al sofá en busca de su copa.

Brindaron una vez más y con puntualidad británica sonó el timbre de la puerta. Héctor recibió a un chico relativamente joven y digamos que bien alimentado que instintivamente buscaba la cocina con mirada furtiva.

Se presentó en una especie de monologo seguramente repetido de manera habitual, y tras una serie de preguntas sin duda rutinarias, accedió a la cocina y se deshizo de su equipaje.

Héctor comenzó inmediatamente a rebuscar por los muebles lo necesario para acondicionar la mesa y Marta ante su negativa a dejarse ayudar se acomodó en el sofá buscando algo de música que ambientase la velada.

Una vez preparada la mesa, Héctor le pidió que tomase asiento colocando a Marta frente al enorme ventanal y sentándose él frente a ella.

Las miradas cómplices se repitieron mientras hablaban del viaje en tren, de banalidades y de la conferencia del día siguiente.

Albert se presentó en la mesa, pidió disculpas por interrumpir, he hizo una breve presentación general de lo que autodenominó “menú degustación Córdoba estival”

Ambos ya intuyeron que sería una cena digna de un encuentro tan especial y sonreían mientras el cocinero servía un albariño para acompañar a los entrantes.

Brindaron apenas un sorbo por los momentos compartidos y llegaron los primeros platos a degustar.

Presentó y explicó el “Gazpacho de aceitunas y piñones” y seguidamente la “Ensalada de germinados y mango con rocas de pulpo braseado” que venía acompañada de unas “Tostas de pan de chía con carbón activado”, retirándose acto seguido a la cocina y deseando buen provecho a la pareja.

Ambos gratamente sorprendidos tanto por el servicio como por la imagen de los platos no dudaron en comenzar a dar buena cuenta de los mismos.

La conversación derivó a los platos, al vino y las experiencias culinarias de ambos, mientras las copas se vaciaban y el ambiente se hacía cálido.

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Relatos de una soñadora

Me quito los auriculares, quiero ahora oírlo a él, quiero descubrir el sano sonido de gemir de placer, y efectivamente su voz ronca y varonil gime de placer y suspira con cada roce de su verga contra las paredes de mi sexo.
Me quedo mirando y en un abrir y cerrar de ojos me pongo a 4, arqueo la espalda y agarro su miembro, yo misma por debajo de mis muslos me lo introduzco y empiezo a moverme fuertemente haciéndole asi indicar que quiero que me folle con esa fuerza.
Se escucha en la sal los golpes de su pelvis contra mis nalgas, una y otra vez, mi coño abierto es rozado con cada embestida, y el clítoris se lleva su parte…incrementa mi placer, y ya sin control alguno espero plácidamente la llegada de mi corrida, mis tetas rozan el frio suelo, los pezones si ya estaba duros aun lo están más por el contraste del frio del mármol, noto como sus manos abren mis nalgas, roza con su dedo suave mi ano, e intuyo que busca penetrarlo, ante sus dudas, chupo mi dedo y yo misma me penetro sin dejar de disfrutar de su verga moviéndose, ahora se suma él, y sin quitar el mío su dedo y el mio me follan el culo, nunca he practicado anal con un desconocido, pero esa noche, si ocurre no opondré resistencia.

 - Me voy a correr, le escucho decir,. ..eso es melodía para mi, se va a correr por mi y para mi.
 - Córrete, di mi nombre, di mi nombre, quiero que te corras con mi nombre entre tus labios… En ese momento recordé que no lo debería saber..y añado… Dilo, di.. “Carmen, me corro…me corro..”
 - Carmen, me corro, me corroooo..

Empiezo a notar los espasmos, su polla está tan dura que todo cambio en ella se nota ..noto como se contrae, como gime , ese gemido de placer de una corrida. Y yo con él…”me corro, me corro yo tambien , joder, “ y me pongo a gritar mi orgasmo en toda la sala. Su leche sobresale de dentro de mi… y los movimientos son cada vez más lento, hemos sucumbido al placer y el ritmo empieza a descender…, me quedo tumbada, su sexo sale aún duro de dentro de mi … y sin mediar palabra, me vuelve a colocar los auriculares…, no soy capaz de moverme, me empieza a venir las ideas de la locura que acabo de cometer, y la vergüenza me invade… Escucho el sonido de la audición como método para evadirme, y escucho atentamente los últimos gemidos de la mujer y como unos pasos , del hombre se alejan de la sala…no sé como pero me quedo dormida….
No han pasado más de 10 minutos, pero despierto sobresaltada, y sola. Mira alrededor y el operario no está., Recojo mis cosas rápido, y veo que no hay rastro de nadie. Corro a mi despacho avergonzada. Agarro las llaves del coche y me voy a casa a ducharme.
Al día siguiente , como siempre me planto en la oficina, repaso de nuevo las salas, con cara avergonzada, paso rápido por ellas, para llegar pronto a la de la noche anterior y compruebo que todo está en orden. Me dirijo a los auriculares y me los pongo, a 5 minutos de la apertura al publico, le doy al play…y me pongo a escuchar, … me quedo estupefacta, blanca, paralizada del horror…. No es el audio de ayer….SOY YO!!!! SOY YO, joder!!!…el pavor me puede, no puedo creer lo que está pasando… me fijo en el cartel informativo de la obra y leo su título, “Di mi nombre…”, me tiemblan las piernas, y cuando ya al borde del pánico llega el punto donde pedía decir mi nombre, se escucha un pitido de censura…respiro aliviada, retomo la calma, pienso objetivamente y reconozco que nada de ese audio puede hacer que me reconozca… y una reflexión viene a mi mente….es arte…
Me vuelvo al despacho, los primeros clientes ,acceden, los murmullos, se notan en el ambiente, algo me dice que debo volver a la sala y me quedo mirando las caras de quien escucha el audio…una constante se repite, nadie que lo escucha dice nada el resto de la exposición y todos vuelven al baño…
Vuelvo a mi despacho y un mail entra en mi bandeja de entrada.
Enxebre, el autor…

“Eres arte… Ha sido un placer.”

Me recuesto en la silla, pero antes cierro con llave la puerta del despacho…
Me subo la falda y empiezo a acariciarme….
Soy Arte.

Texto....Un Enxebre na Almohada
Imagen..... Internet

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Relatos de una soñadora

Paré en seco, sonreí pícaramente y me acomodé la ropa no sin antes guardar mi ropa interior en el bolsillo de mi falda junto con el resto del emboltorio del gel, al que daría buena cuenta llegado a casa.
De nuevo recorrí las diferentes salas, y todo parecía diferente, el contraste del gel hacía su cometido y el incremento visual de cada una de las salas según andaba me puso muy cachonda, estaba segura que esa noche usaría mi caja de los juguetes.
LLegué a donde estaba el operario, donde se supone que ya no debería estar, pero allí estaba, terminando de recoger las cosas, con cada paso que me acercaba a esa sala oía lo que parecía un susurro femenino. Nunca he tenido una relación lésbica, y me considero una hetero convencida, pero en mis búsquedas por internet de porno, reconozco que los gemidos de una mujer me parecían altamente eróticos.
Cuando llegué a la sala ahí estaba el operario, esta vez si me miró, e incluso detecté una leve sonrisa amable pero con gesto muy varonil.

 - Buenas noches de nuevo.- Le dije.

 - Buenas noches, ya estoy acabando, en breve me voy, disculpe.
 - Nada , no te preocupes, cosas de artistas, - sonreí.

Observé como recogía todo, y pregunté si el artista le había permitido oír su obra, respondió con una sonrisa pícara, reconociendo con ella que sin permiso o con él, había escuchado la obra,
Sin decir nada, el operario me ofrece unos auriculares, y sin preguntarme nada, me los coloca.
Enciende desde un mando a distancia y me pongo a escuchar atentamente.
Leves pasos percibí acercándose a mi espada, y mi reacción fue sacarme los auriculares para girarme a ver, cuando veo al operario reírse y decir:

 - Tranquila, es el audio, es un sistema inmersivo que hace que tu cerebro perciba la misma sensación de ser la protagonista.
 -  Dios, es realmente… REAL…consigo decir

Me vuelvo a poner los cascos y prosigo con el audio, en él nadie habla pero se intuye perfectamente como una mujer recibe a lo que parece un desconocido por la espalda, y sin mediar palabra empieza una danza de sexo entre ambos, que el volumen y aislamiento de los auriculares haga que te sientas la protagonista.
Esto sumado a la copa de vino y al gel, hizo que resbalase por mis muslos la humedad de mi sexo y notase el palpitar de los labios.
De repente el operario hace un gesto brusco debido a un corte con una de las herramientas que estaba recogiendo mientras yo estaba absorta en la obra. Me quito los auriculares y le pregunto si se encuentra bien
Veo un pequeño corte, y mi instinto de socorrista en mi juventud, me lleva a ayudarlo, me pongo de frente, y saco lo que creo que es un pañuelo de papel de mi bolsillo para cortar la sangre.
Todo se para, y sin saber cómo ambos observamos que lo que llevo en la mano es mi ropa interior y pegado el emboltorio del gel…tierra trágame, me quedé petrificada y el bochorno del momento hace que mis mejillas se pongan rojas.

 - Veo que también ha pasado por el baño…dijo el operario.

Y con un gesto saca de su bolsillo otro envoltorio de gel usado y con la mano accidentaba saca del otro bolsillo su ropa interior….
Nos quedamos mirando… y sin saber porqué le entrego mi ropa interior..y recojo la suya…y ambos al unísono y sin mirarnos…olemos profundamente cada una de ellas.
Sus manos se pusieron en mis caderas… no me moví en momento alguno, empecé a notar que la falda subía cada vez más, busqué una silla donde sentarme porque mis piernas de los nervios empezaron a temblar, pero ahi me quedé, de pié.
De repente se puso detrás de mi, sus manos de nuevo se posan en mis hombros y desatan el lazo del top dejando caer la tela por delante y descubriendo mis pechos. Qué cojones estaba pasando… porqué estaba tan cachonda…qué locura es esta, alcanzaba a decir mi cerebro…
Sin yo creerlo, el operario me vuelve a poner los auriculares, y le da al play, sigue el audio desde donde lo dejé y le da más volumen.

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Relatos de una soñadora

Y me vi al espejo, con todos mis años y mis kilos de más y una que otra imperfección,
¿Pero saben algo?
-me gustó lo que ví frente a ese espejo,
y me dije:
Eres guapa mujer, a pesar de que tu cuerpo ha dado vida varias veces, eres guapa...
Eres inteligente, has sacado adelante a tu familia, callaste tus miedos, para dar seguridad a los tuyos...
Eres productiva, y altamente activa, no le temes a la competencia en el trabajo...
Eres un poema, puesto que conoces todas las emociones y sentimientos en carne viva y de eso puedes hacer grandes y bellos versos...
Eres un libro de historia, puesto que de tus otoños vividos, y de los que te resten por vivir, puedes editar y compartir tus experiencias vividas...
Eres fuerza y coraje, y a la vez miedosa y temerosa y con ansias inmensas de protección...
Me gustó lo que ví frente al espejo.
Toda una mujer, afortunadamente perfectible ante sus errores, y siempre conservando en su interior, el candor de la niña que cree en los sueños y los cuentos de hadas.


Leído por ahí

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Relatos de una soñadora

Preguntas si quiere una copa, su respuesta es un beso voraz que te silencia. Te invade el calor de su aliento, el sabor de su saliva, el aroma de su cuerpo que se frota contra el tuyo hasta que tu polla se yergue. Se gira, pega su culo a tu vientre, sus manos guían las tuyas a sus pechos. Sabes lo que quiere que hagas y lo haces.
Aprietas sus senos por encima de la tela. Sus pezones exigen aire, bajas los tirantes y los liberas para apresarlos de nuevo. Tus dedos juegan con ellos mientras sus manos te oprimen la nuca contra su cuello. Acaricias la piel tersa con los labios, caracoleas con la lengua, clavas los dientes en el hombro hasta que brota un gemido.
Se levanta el vestido, te desabrochas el pantalón. Separa el tanga, te liberas del bóxer.  Apresa tu polla; tú, sus caderas. Rabias por hundirte en su coño, pero sus manos vuelven a guiarte acogiéndote entre los labios. Sabes lo que quiere que hagas y lo haces.
Te hundes entre ellos, te frotas contra la vulva, te follas su clítoris hasta que la explosión de su orgasmo humedece sus muslos. Se inclina. Abre las piernas. Te muestra el camino al paraíso rojizo que brilla y palpita. Sabes  lo que quiere que hagas.
Y lo haces.

Texto.... Brenda B Lennox
Imagen.. Internet

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Relatos de una soñadora

El sol de se filtraba por las cortinas, iluminando suavemente el rostro de Noe. Los primeros rayos de la mañana trazaban líneas doradas sobre su piel y el calor de Él a su lado, le recordaba la intensidad de la noche pasada. Despertó con una sonrisa, sintiendo el peso de sus decisiones y la libertad que solo la pasión podía otorgarle.

Gabriel abrió los ojos y la miró con una intensidad que le quitó el aliento. Sus manos, fuertes pero tiernas, recorrieron su cuerpo con una familiaridad que aún lograba sorprenderla. Cada caricia era un recordatorio de la noche anterior, de las promesas sin palabras que se habían hecho entre susurros y gemidos.

Noe se levantó lentamente, envolviéndose en una bata. Caminó hacia el balcón, sintiendo la brisa fresca de la mañana en su piel. La ciudad despertaba con sus sonidos y olores característicos, una sinfonía que resonaba en su corazón. Él se levantó y la siguió, rodeándola con sus brazos mientras ambos contemplaban el paisaje.

La tomó de la mano y la llevó de vuelta a la cama, donde la pasión volvió a encenderse entre ellos. Cada movimiento era una danza, cada toque una chispa que avivaba el fuego de su deseo.

El día transcurrió entre risas y susurros, entre caricias y miradas cómplices. Noe sentía que cada momento era un universo en el que solo ellos existían. Pero al mismo tiempo, una sombra de duda se instaló en su corazón. Sabía que su amor por Él era real, pero también comprendía que estaba viviendo una fantasía.

La realidad, con todas sus complejidades, estaba esperando al otro lado de la puerta...

Nankurunaisa1404

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Relatos de una soñadora

"La Noche de los Secretos" #Noe

En la penumbra de la habitación, la atmósfera estaba cargada de una expectante electricidad. Los sonidos de la ciudad quedaban amortiguados tras las gruesas cortinas de terciopelo, creando un refugio íntimo donde cada susurro y cada roce adquirían un significado profundo.

Noe se encontraba de pie junto a la ventana, observando cómo las luces de la noche reflejaban un brillo plateado en su copa de vino. Sus dedos jugueteaban con el cristal, sintiendo su frescura bajo el tacto. Su piel vibraba con una sensibilidad nueva, un despertar de cada uno de sus sentidos.

Gabriel, apoyado en el umbral de la puerta, contemplaba la figura de Noe recortada contra la luz tenue de la luna que se filtraba por las cortinas con una intensidad que hacía que el aire entre ellos se impregnara de un aroma exótico y misterioso que hacía palpitar su corazón con fuerza. Cada movimiento suyo parecía un ritual, una danza lenta y calculada que lo atraía sin remedio. Caminó hacia ella, sus pasos insonoros sobre la alfombra, acortando la distancia con una deliberación que solo aumentaba la tensión.

Noe sintió su presencia antes de que la tocara. El calor que emanaba de su cuerpo, la suave inhalación de su respiración, el leve roce de su sombra sobre la suya. Cerró los ojos por un momento, dejándose envolver por la anticipación.

—¿En qué piensas? —murmuró él, su aliento acariciando el lóbulo de su oreja.

—En ti —respondió ella, girando ligeramente la cabeza para que sus labios rozaran los suyos; apenas un susurro de contacto.

Gabriel deslizó sus dedos por el brazo de Noe, un toque ligero como una pluma que dejó un rastro de fuego a su paso. Sus manos exploraron con una lentitud exquisita, saboreando la suavidad de su piel, la curva de su hombro, la delicadeza de su cuello. Cada caricia era una promesa, cada contacto una insinuación de algo más profundo.

Noe respondió con un suspiro, inclinándose hacia él, dejando que sus cuerpos se encontraran en un abrazo que no necesitaba palabras. La textura de la seda de su vestido contra su pecho desnudo era una sinfonía de sensaciones, un juego de contrastes que encendía su deseo. Sus cuerpos se fundían, cada caricia era un incendio, cada beso un pacto silencioso de entrega total. La textura de la seda bajo sus manos contrastaba con la firmeza de su piel, creando una sinfonía de sensaciones que la llevaban al borde de la locura.

Los labios de Gabriel encontraron el camino hacia su cuello, depositando besos suaves que se volvieron más intensos a medida que descendía. Noe sentía cada beso como una descarga, cada centímetro de su piel despertando a una nueva vida bajo el toque de Gabriel.

—Te deseo —confesó él, su voz ronca de emoción.

—Y yo a ti —respondió ella, sus palabras entrecortadas por el placer que la inundaba.


Gabriel la levantó en sus brazos, llevándola hacia la cama con una suavidad que contrastaba con la intensidad de sus sentimientos. La depositó entre las sábanas, su mirada fija en la suya, una conexión que trascendía lo físico. Se inclinó sobre ella, sus cuerpos alineados, cada respiración compartida, cada latido sincronizado.

Los siguientes momentos fueron una danza de deseo y ternura, un juego de exploración y descubrimiento. Sus manos se encontraron y entrelazaron, sus labios se buscaron en un beso que contenía toda la promesa de la noche. Cada movimiento, cada susurro, era una sinfonía de sensaciones, una coreografía de placer que los unía más allá de lo físico.
El cuarto se llenó de gemidos y jadeos, una danza erótica en la que ambos se perdían, ajenos al mundo exterior. En ese instante, Noe supo que su amor por Él no era solo una pasión física, sino una conexión profunda que desafiaba toda razón y lógica.

La noche avanzaba lentamente, cada segundo un testimonio de su conexión. Y cuando finalmente se quedaron en silencio, abrazados, supieron que habían encontrado algo más que deseo. El tiempo parecía haberse detenido.

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MENTIRAS
Mis lágrimas resbalan por mis mejillas cada vez que te miro, cuando recuerdo a ese niño jugando al escondite creyendo que era el más rápido  creyendo que nadie le  podría atrapar, creyéndose que era especial, y es que realmente lo eras.

También recuerdo tus primeras salidas, recuerdo aquel "olor a droga " que yo detestaba y las veces que me prometiste que tú no consumías  que aquel tufo que sentía era porque tus amigos fumaban cerca de ti.

Miles de veces te dije que esas amistades no te convenían que te apartaras de ellos, y tú te enfadabas alegando que eran tus amigos, hasta que acepté que nunca lo harías. Que tú eras uno de ellos.

Recuerdo tus mentiras, cada una de ellas y quise creerte durante mucho tiempo, me resistía a creer que esa porquería formaba parte de ti para siempre, que no eras tú quien cogia el dinero a escondidas, que habías perdido la conciencia para ti no éramos más que tu forma de seguir consumiendo.

Fue  entonces, cuando ya no había manera de esconder lo evidente, quien eras y en que te habías convertido, cuando decidiste hacernos vivir un verdadero infierno, aún recuerdo la primera vez que me levantaste la mano, tu mirada de odio, tu insistencia a pedir más dinero tus insultos tus desprecios fue la primera vez que te odié la primera vez que te tuve miedo .

Luego más sereno y un poco colocado de no se que porqueria me pedías disculpas y  me insistías una y otra vez que lo querías dejar, querías salir de toda esta porquería que cuando hacías todas estas cosas no eras tu, una vez más quise creerte, y confié en ti y una vez más me defraudaste. Tu no querías salir de tu prisión para ti las drogas no eran tu problema,  con ello  solo querías causarme pena y un profundo sentimiento  de culpa para que te ayudara .

Ahora mirándote ahí tumbado  me pregunto ¿dónde habrá quedado aquel niño que jugaba en la calle, donde están sus risas ?
no veo ni ápice de él, me pregunto ¿qué hice mal para que sucediera todo esto, en qué me equivoqué ?

Por qué destrozaste tu vida y la de los que te queremos ?

Espero que hoy cuando te demos tu último adiós desde allá donde estés leas esta carta y halles respuesta a todas mis preguntas .

Y llores por el daño que nos
hiciste tanto como nosotros lloramos por ti.

Texto......Jordi.P.
Imagen.... internet

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Relatos de una soñadora

Continuará......

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Relatos de una soñadora

Saqué sus pechos por encima del sujetador, mientras ella apoyada en la pared me acariciaba el pelo con una mano y el paquete con la otra.
Sus aureolas eran grandes, oscuras, rugosas y en forma de elipse, rodeando unos pezones gordos que enseguida lamí con mi lengua, despacio, apretando su teta con mi mano, deslizando mi lengua desde abajo. Levantando el peso de su pecho con mi lengua para acabar con mis labios rodeando el pezón, succioné levemente antes de morder un poco y ella me tiró del cabello en señal de pausa ante mi mordisco. Lamí despacio, haciendo círculos en la aureola, rozando levemente el pezón, como de forma casual .... pero no era casual. Notaba como ella se pegaba a mí con ansias de que la comiera viva.
Nos miramos un segundo después de comernos las lenguas y bastó... me aparté un poco y la empujé levemente hacia la cama... creo que ella lo tenía calculado.... cayó de espaldas y sonriendo empezó a bajarse los pantalones, acción a la que le asistí enseguida mientras ella levantaba su cadera bajé sus negros pantalones ceñidos y pude ver su pubis bajo sus bragas de encaje negro... aún recuerdo ese recortado vello en barra naciendo de su ya abultado clítoris y esa mancha oscura de humedad en el centro de unos finos labios mayores que decían "ábreme"

Bajé el pantalón hasta sus tobillos, y le quité las botas ayudado por ella que moviendo las piernas hacia que su ropa cayera sin esfuerzo... nos miramos un segundo de mientras la contemplaba, en ropa interior, los pechos por encima de su sujetador, las piernas abiertas.
-Cómeme

Comencé besando sus pies, sus rodillas. Subí despacio por el interior de sus muslos, hasta llegar a sus ingles donde lamí su tendón, mordisqueando muy suave con mis dientes mientras olía su sexo que ya chorreaba.
Ella misma apartó la braguita, levantando un poco el culo para que la tela se deslizara y dejando al descubierto un coño de labios mayores finos y menores oscuros que sobresalían levemente.

Con mis dos manos la cogí del culo levantándola y metí mi lengua en su ano un segundo, antes de lamer desde ahí hasta el clítoris, abriendo mi lengua como una pala, lamiendo todos sus jugos vaginales que se mezclaban con la saliva.
Al llegar al clitoris, casi ni lo rocé, sólo lo provocaba en círculos, tocando levemente a cada giro... antes de bajar de nuevo hasta su ano para repetir la maniobra, deteniéndome esta vez en su entrada e introduciendo mi lengua mientras con mi nariz rozaba el clítoris que estaba hinchado y morado... podía sentir como respondía por los tirones de pelo que me daba y sus palabras...
-joder, sí, sigue, así"
Lamí su coño, abriendo sus labios mayores con mi lengua, succionando los menores, metiendo el clítoris en mis labios y tirando de él mientras con un par de dedos estimulaba su culito y su entrada vaginal...
Se corrió en mi boca salpicando mi barbilla y tirando de mi pelo

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Una visita inesperada

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DÈJÁ VÙ
No sé cómo he llegado aquí. Por más que me esfuerce no alcanzo a imaginar qué me tiene atado a esta cama, empapado en sudor, oliendo a sexo en cada poro de mi piel.
Quién es ella y por qué me observa así desde la puerta. Por qué no dice nada. Y con quién habla fuera. Demasiadas preguntas sin respuesta. Cierro los ojos…
Despierto. Alguien me está tocando. Instintivamente miro hacia la puerta. Ella sigue allí. Pero es otra mujer la que desliza su lengua por mi glande. Lo recorre y lo nota crecer y endurecerse entre sus labios húmedos. Cruzan miradas cómplices… como si hubiesen hecho esto mil veces. Como si no fuese la primera vez que ese perfil curvilíneo de la puerta se masturba mientras otra mujer saborea una polla cada vez más dura y húmeda.
Por primera vez el instinto me retuerce. Mis brazos se frenan en su impulso de agarrar la cabeza que devora mi sexo con ansia. Mi gemido es profundo, como la garganta que golpeo ya en sincronía con su boca.
Y de pronto, todo se para. Abro los ojos para descubrir que ninguna boca aprisiona mi pene, descubierto en su plenitud, pero solitario. Mis brazos se mueven ahora libres buscando a quien me ha acercado al orgasmo para abandonarme en este limbo de placer. Nada me sujeta pero no deseo irme. Y es entonces cuando ella regresa al umbral de la puerta. Suplico con la mirada un deseo que ella saborea poderosa. Camina hacia mí y me estremezco. Me envuelve con su aroma profundo. Y decidida, segura, se pone sobre mí para hacer aquello que ha hecho mil veces. Abre los labios de ese coño delicioso, me lo muestra en ese instante que alarga al tiempo que se sienta sobre mi polla… y me clava dentro. Grito. Para el tiempo. No sé si segundos u horas. Todo el que desea con mi polla llenándola. Hasta que comienza a moverse, a bailar sobre mí, a buscar el roce profundo de cada milímetro de mi piel. La noto apretada y húmeda. Cachonda. Busca mi sexo cada vez más profundo. Lo posee cada vez más rápido buscando la leche que la sacie. Y es cuando ya no puedo más, cuando estoy a punto de correrme, cuando ese espasmo en su coño, ese grito seco, me dicen que es ahora… y me corro, me vacío, la lleno… y me dejo ir en un letargo cálido y húmedo…
Despierto. No sé cómo he llegado aquí. Por más que me esfuerce no alcanzo a imaginar qué me tiene atado a esta cama, empapado en sudor, oliendo a sexo en cada poro de mi piel…

Texto..... Barry Egan
Imagen... internet

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Relatos de una soñadora

EL DESEO
La sorprendió por la espalda, le apartó su pelo dejándolo caer sobre un hombro y empezó a besarle el cuello. Bajó sus manos a la cadera mientras ella giraba su cabeza y besó sus labios. Sus lenguas empezaron a entrelazarse. Él metió sus manos y le acariciaba el vientre mientras ella pasaba su brazo por el cuello de él. La giró y la cogió en peso mientras continuaban besándose. La llevó a la habitación, la dejó en la cama y le quitó la blusa con delicadeza a la vez que ella desabrochaba la camisa. Se arrodilló frente a ella y le desabrochó el vaquero, lo dejó caer al suelo...le besó los muslos, la acarició con su lengua, besó su dulce flor por encima de las braguitas mientras escuchaba el primer gemido de ella. Se puso de pie frente a ella y se quitó la camisa mientras ella desabrochaba su cinturón. Le quitó el sujetador y comenzó a besarle el cuello lentamente bajando hasta llegar a su pecho y besando su canalillo, se tomó su tiempo y le besó los pezones, los chupó con delicadeza hasta sentirlos duros. Bajó besando su vientre hasta ponerse entre sus piernas, le quitó las braguitas con cuidado y comenzó a besarlo, lamerlo mientras sentía como se humedecía y escuchaba los gemidos de ella, se lo comió despacio, disfrutando cada momento, sin parar para que ella sintiera el mayor de los placeres. Cuando estaba muy mojada, se puso sobre ella y la penetró, despacio para no hacerle daño, con suavidad y poco a poco subiendo la intensidad de la penetración, cada vez más fuerte, llegando hasta lo más profundo de ella. La puso a 4 y mientras la penetraba le acariciaba con su mano, ella gemía de placer, le volvía loca, estaba a punto cuando él paró. Se tumbó sobre la cama y ella rápidamente se lanzó a chupársela, lento, usando su mano a la vez que usaba su boca, él se retorcía de placer. Se puso encima de él y le besó a la vez que le acariciaba su miembro con la mano...se colocó bien y se la metió hasta el fondo, ella mandaba y no pensaba parar. Se movía en círculos, arriba y abajo, sus pechos se movían sin parar mientras ella no paraba de disfrutar sobre él. Le acariciaba los pechos, le agarraba el culo, no quería que saliera de ella. Ella empezó a moverse más rápido, estaba a punto de llegar, él puso sus manos en su culo y llevó el ritmo, pocos segundos después ambos estallaron de placer.

Texto...EagleV
Imagen... internet

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EGUZKILORE

11. El vídeo.


"Bórralo, me da vergüenza" replicó ella, "pero también morbo" apostilló al instante mientras Héctor ya repasaba las imágenes en la pantalla de la cámara.

Lo tomó como respuesta y buscó un cable en su maleta conectando la cámara al televisor mientras Marta tomaba asiento en el sofá, acercó dos copas limpias y sacó otra botella de cava del frigorífico.

"¿Mucho morbo?" Le preguntó mientras llenaba su copa, y un tajante "Quiero verlo, quiero vernos…", fue la respuesta recibida.

Pulsó el play y en la escena, aunque ligeramente descentrada y restringida al tamaño de la puerta, ya aparecían Albert con los ojos cerrados y ella de espaldas jugando en su entrepierna.

Lo que estaba por llegar ambos lo conocían de sobra pero la perspectiva y la visión global de la escena aportaban un añadido ciertamente morboso que suscitaba en ambos una irresistible y excitante curiosidad.

Según pasaban los minutos la vergüenza de verse en la pantalla fue desapareciendo dando paso a comentarios jocosos sobre el video, ciertas sorpresas y multitud de risas compartidas.

De ahí a ir creciendo el nivel de excitación de la pareja apenas hubo un paso y ya en el momento en que Héctor eyaculaba en la grabación, Marta se recostó sobre él buscando con ambas manos la excitación de su entrepierna.

Héctor se puso en pie y se desnudó completamente ofreciendo su miembro erecto justo a la altura de la cara de su amante, la cual poniéndose también de pie, se quitó el vestido y le pidió que se tumbase.

En el televisor Albert recogía ajetreado sus sartenes y Marta tomó posición sobre Héctor cabalgándolo para rozar su duro sexo contra sus labios vaginales deseosos de sentirlo.

De adelante a atrás, una y otra vez, sin penetrarse, abusando de su amante, que inmóvil con las manos en su cintura, cómplice, se dejaba violar.

Marta marcaba el ritmo, disfrutaba y complacía.

Pronto sus manos subieron buscando los tambaleantes pechos de Marta y en cada movimiento, Héctor gemía de placer con intensidad creciente.

Su polla dura y lubricada por el húmedo coño que la rozaba sin parar estaba ya a punto de correrse una vez más y Marta sabedora de ello, se la metió dentro y siguió follándolo sin aminorar el ritmo.

Apenas tardó un minuto en sentir como le inundaba el calor de su semen y al notarlo llevó su mano en busca del excitado clítoris, que nada más sentirla hizo explotar a Marta en el más intenso de los orgasmos de aquella noche.

Se quedaron abrazados, tumbados en el sofá, con el televisor ya en negro y en un silencio únicamente interrumpido por el ruido de los escasos coches que a esas horas pasaban por la calle.

Desnudos, relajados y casi adormilados se disfrutaban mutuamente y se besaban ahora con más ternura que pasión.

Eran ya casi las tres de la mañana cuando decidieron ir a la cama previo paso por una ducha compartida de agua tibia, caricias y besos que nada tenía que ver con la anterior, pero que ambos disfrutaron tanto o más que la primera.

Cayeron rendidos sobre la cama y Marta, mientras Héctor tumbado a su espalda jugaba con los dedos entre su pelo, largo y suave, se quedó dormida.

Con la sensación de haber dormido escasamente un par de horas se despertó con una cabeza entre las piernas y una barba que rozaba sus muslos dándole los buenos días de la mejor manera posible.

Marta se despertó con una sonrisa de oreja a oreja y una lengua que ya rozaba su sexo en busca de regalarle placer.

No tardó en reaccionar y en exigirle a su amante lo que en realidad se le antojaba, el sexo duro de Héctor penetrando en su boca, así que, sin duda ni dilación iniciaron un improvisado 69 cuando los primeros rayos de sol entraban por la ventana iluminando la habitación.

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Relatos de una soñadora

EGUZKILORE

9. Los postres.


Albert retiró los platos vacíos, cambió el vino por un ribera de Duero de media crianza, muy apropiado según Héctor, e hizo la presentación de los dos platos principales.

“Bogavante en escabeche con espuma de queso y trufa” y “Crujiente de cochinillo en salsa de coco”.

Miradas de aprobación y sorpresa compartida, ya que tan sólo con la amalgama de fragancias que desprendían aquellos platos, hubiera sobrado para considerar que la cena, también, sería memorable.

La comodidad, el ambiente acogedor y sin duda las dos botellas de vino, facilitaron que fluyeran las risas entre ambos y que la conversación fuese distendida y jovial.

También influyó en que la temperatura se les antojase ya algo elevada, o quizás que simplemente les hubiera sobrado la ropa, pero como deshacerse de ella no hubiese sido apropiado para la situación, decidieron salir al balcón y respirar un poco de aire fresco.

Allí descubrieron dos sillones de mimbre con una mesita y vistas al parque que se les antojaron el lugar idóneo para tomar los postres.

Así que se sentaron y avisaron a Albert del cambio de planes a lo que este no puso ninguna objeción y apareció al instante con dos copas, una cubitera y una botella de cava.

Seguidamente “Mouse de pomelo escamada”, (cubiertas con unas virutas de chocolate negro) y “Helado de wasabi sobre cama de papaya caramelizada” que depositó sobre la mesita circular.

Era tarde y la calle ya estaba en silencio, la conversación se llenó de juegos de palabras y dobles sentidos que hicieron que ninguno de los dos notase diferencia de temperatura con la del salón.

Se dieron mutuamente de comer el mouse y la primera cucharada de helado pasó de los labios de Marta a los de Héctor compartiéndola en un prolongado beso que deshizo por completo el helado en ambas bocas.

La segunda la colocó él sobre su escote esperando unos segundos hasta que comenzó a gotear y entonces metió su lengua entre los pechos de ella hasta lograr dejarlo todo absolutamente limpio.

Continuaron jugando, besándose y tocándose hasta terminar el postre, volvieron a brindar y Marta derramó la media copa de cava que aún le quedaba, desde el mismo sitio donde él había colocado la porción de helado.

Se puso en pie, dispuesto a lamer nuevamente la zona, pero ella le negó con la cabeza y con gesto burlón, le indicó que el cava ya había caído mucho más abajo.

Sonrió, se arrodilló delante de ella metiendo la cabeza entre el vestido y comenzó a lamer, lo que provocó un sonoro gemido en ella.

Se sirvió cava de nuevo, bebió con calma y volvió a arrojar desde sus pechos otra media copa recorriendo su cuerpo hasta la boca de Héctor, momento en el cual, apareció Albert.

Tal como apareció se retiró balbuceando unas casi ininteligibles disculpas.

En parte avergonzada aunque notablemente excitada por la situación, le pidió a Héctor que parase y saliese de entre sus piernas.

No se había enterado de nada y rompió a reír cuando Marta visiblemente sonrojada, se lo intentaba explicar.

Con un cierto sentimiento de culpa e intentando evadirse del calentón, decidió disculparse con él y pidió a Héctor que le esperase allí, mientras se dirigía a la cocina en busca del cocinero.

Allí estaba pero no precisamente fregando platos y su sorpresa fue mayúscula al verlo apoyado contra la pared manoseando compulsivamente sus partes por debajo del delantal.

Al sentirse descubierto, paró de inmediato, pero fue Marta la que se le acercó y metió su mano para encontrar una polla grande y dura que asomaba por la bragueta del pantalón.

Sin decir nada comenzó a masturbarle, hasta que ya pasados un par de minutos, la voz de Héctor sorprendió a ambos.

"¿Puedo mirar?"

Ninguno dijo nada y ella procedió a arrodillarse, metiendo su cabeza bajo el delantal y la polla de Albert en su boca.

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Relatos de una soñadora

EGUZKILORE

7. Necesito una ducha.


La experiencia era nueva para ella, pero era consciente de que no la olvidaría fácilmente.

Sus gemidos cada vez más intensos y la respiración entrecortada le pedían a Héctor que intensificase el ritmo y sus dedos complacientes sacaron el hielo de su interior y lo metieron nuevamente en su boca saboreándolo con avidez.

De ahí, con un apasionado beso, lo trasladó a la boca de Marta que al sentirlo nuevamente y percibir que apenas era la mitad del inicial, emitió un intento de jadeo, ahogado por los labios de él que besándola tapaban su boca.

Los dos dedos de Héctor habían acelerado ya el ritmo y el pulgar continuaba rozando su clítoris en cada envestida cuando ella en un arranque de impulsividad irrefrenable, llevó enérgicamente su mano derecha hacia su sexo empujando con ello la de Héctor y haciendo así que ambos dedos penetrasen de golpe, con fuerza y hasta la profundidad que ella llevaba rato deseando.

Su cuerpo convulsionó con violencia y en el preciso momento del estallido de placer únicamente fue capaz de mirarle a los ojos y de disfrutar de tenerlo a su lado.


Tardó tiempo en dejar de besarla y al hacerlo poniéndose en pie se fue quitando la camiseta mientras con voz cómplice le dijo: Necesito una ducha.

Se descalzó sin decir palabra y continuó desnudándose delante de ella, bajándose el pantalón y haciendo visible una prominente erección dentro de unos bóxer rojos extremadamente llamativos.

Marta, exhausta y relajada, simplemente disfrutaba de las vistas y de la presencia al alcance de sus manos, del cuerpo con que tantas veces había soñado.

Se quitó los calzoncillos y los dejó sobre el televisor, junto al vestido, seguramente como simple excusa para pasar por delante de ella antes de dirigirse hacia el baño.

Voy a la ducha, si quieres pasar no llames, dejo la puerta abierta.

La frase, tan innecesaria en ese momento le arrancó una sonrisa y se le grabó a fuego en su mente.

La había leído casi a diario en Kik, ya que era como una broma recurrente de Héctor cuando quería romper el hielo e incitarla a jugar un rato.

Oída de sus labios sonaba mucho más sugerente y le animó a incorporarse ya en el mismo momento que oyó el sonido del agua cayendo en la ducha.

Con extrema curiosidad se acercó lentamente y se quedó en el quicio de la puerta observándolo, estaba de espaldas, completamente mojado ya, enjabonándose y ligeramente inclinado hacia delante.

Se le marcaba lo que se le antojó un buen culo, sin duda moldeado por la práctica de algún deporte, y le dieron ganas de ir a tocarlo, pero se retuvo.

Había imaginado muchas veces esa escena, no vista desde una foto o un video de escasos segundos, si no así en directo, y ahora la estaba disfrutando de verdad.

Lo imaginó masturbándose, y quizás lo estuviera haciendo, sólo veía su espalda y sus manos lo mismo podrían estar frotando jabón que dándole otro tipo de placeres.

Y eso, le excitó nuevamente sintiendo la necesidad de llevar sus manos hacia sus pechos y empezar a jugar con ellos.

Para cuando Héctor se giró Marta ya estaba centrada en otras partes de su cuerpo, apoyada contra el marco de la puerta se acariciaba mientras le miraba, aun empalmado, frotándose y ahora mirándola.

No tardó en empezar a masturbarse él también disfrutando de observar en vivo un sueño tantas veces imaginado.

Escasamente a un metro de distancia los dos se recreaban en su recurrente fantasía y se sentían extrañamente cómodos de hacerlo, pero Marta paró bruscamente y con paso firme entró en la ducha cogiendo con fuerza a Héctor por la parte inferior de su paquete.

Le besó en la boca y mientras clavaba con fuerza sus pechos contra el de él, mirándole a los ojos, le gritó: "FÓLLAME."

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